miércoles, 19 de diciembre de 2007

II. Insultos y corazones

No vales ni para tomar por el culo. Me gusta mucho esta frase. Me encanta decirla. Me la digo a mi misma varias veces al dia.

Y es verdad, hace daño.

Hay otras frases célebres en mi repertorio habitual. Algunas de ellas son tan dolorosas que jamás las digo en voz alta; "eres más tonta que mi culo"... ese es un ejemplo.

La última vez que la oí me sangraba la nariz de la bofetada que me había dado, escuché las seis palabras en el suelo del comedor, me había dado tan fuerte que consiguió tirarme. Yo tenía 12 o 13 años, no lo recuerdo bien, que más da, lo compenso recordando todo lo demás.

Decía Ray Loriga que lo peor de todo es cuando se te pasa la sensación de ser otra persona que te queda tras salir del cine. Yo digo que lo peor de todo es cuando la película te duele tanto que no eres capaz de sentir la persona que eres.

En mi película soy una niña de diez años que aprende a golpes de zapatilla y patadas que esto no se hace, esto no se dice y esto no se toca, tienes que hacer esto, lo otro y lo de más allá. Y si no no irás al infierno, el infierno vendrá a ti.

En la película que ven los otros soy callada, tímida, dulce, retraída, una buena hija, una buena hermana, una buena sobrina, una buena niña... Una buena y sufrida niña.

Y yo lo veo todo, registro cada detalle y se me pudre un poco más el corazón, asi que lo tiro a una cesta llena de corazones ulcerados para que se acelere la corrosión, me contagie de la suciedad ajena y pueda dejar de compadecerme a mi misma aunque solo sea un minuto.

La mayor parte del tiempo me la paso lamiendo mis heridas como un perro cualquiera.
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