Vale, te cuento como fué una de las veces, pero promete seguir mirándome de la misma forma después o tendremos que dejar de vernos.
Estaba en 3º y había quedado con las niñas del cole, con mis cuatro amigas de ese año en el que por fin me había hecho un hueco, ya sabes como son las cosas en los colegios privados. Que repijas eran... esos centros del Opus es lo que tienen... al menos no llevábamos uniforme, aunque eso hoy en día ya no me disguste tanto.
Bueno, que me voy del tema, pues eso, que había quedado con ellas, venían al barrio porque íbamos a ir a la discoteca Fly, que no es que fuera el sitio más cool del mes, pero era una discoteca, había música, bebidas y chicos. Teníamos 16 años escasos. No podíamos pedir más.
Ya vestida y preparada para salir le pedí "la paga".
En aquel entonces ella ya se gastaba todo el dinero de la compra en jugar a las tragaperras. Ese sábado, en la mañana, había salido con el monedero lleno y había vuelto con el pan y una bolsa con unas latas de atún y media docena de huevos. El monedero vacío, claro.
Asi que se enfureció y, sin levantarse del sillón, comenzó a chillarme. "¿Que dinero quieres que te de?, ¿es que te mereces que te de algo?. ¡Guarra!, ¡a ver si aprendes a limpiar tu habitación en lugar de salir, que eso es lo que te gusta a ti!". ¡Estoy harta!, ¡un día cojo la puerta y me voy!, ¡me teneis hasta los cojones!. ¿Que quieres?, ¿dinero?, ¡mierda tenía que darte!".
Yo aguantaba el chaparrón aunque la verdad, estaba a punto de flaquear y alguna lágrima ya me rodaba por la cara, pero bueno, intentaba no venirme abajo del todo permaneciendo allí de pie, bajo el marco de la puerta del comedor.
Ella se incorporó y sacó el monedero del cajón bajo la tele. Lo que necesitaba era una miseria, de verdad, ¿que podían ser?, ¿500, 600 pesetas?. Pero eso debía ser prácticamente todo lo que le quedaba asi que, roja de ira y con una mala hostia que hacía temblar el edificio, me tiró el dinero al suelo.
"¡Toma!, ¡cógelo!, ¡ahí tienes tu dinero, que te aproveche!. ¡Un día me voy!, ¡vaya si me voy!, ¡a mi no me conoceis, no!".
Y yo, de rodillas, empecé a recoger las monedas desperdigadas por todo el salón, debajo de los sillones, alguna que rodó por el pasillito... Pero mientras lo hacía, mi madre, que ya no era mi madre, que hacía veinte minutos que había desaparecido para dejar paso a la bruja del cuento, la mala de la película, la demente, la perturbada, la gran hija de puta..., me cogió del pelo y me tiró contra el mueble de la habitación. Y como me habia cogido desprevenida me golpeé en la cabeza y me quedé algo atontada. Y ella, llena de maldiciones, vino hasta mi y me dió una patada en el brazo y se agachó y cogió de nuevo mi pelo tirando hacia arriba para erguirme hasta que me arrancó un mechón. Y me golpeaba sin parar con las manos, con los pies, empujando con todo su cuerpo que era el doble que el mio.
Yo gritaba "por favor mamá, para" pero daba igual, ya estaba sorda y ciega, ya no percibía estímulos externos, podría haberse incenciado la casa y hubiéramos ardido las dos en su infierno, con toda la calderilla causante del desastre perdida y carbonizada para siempre, sin que ella fuese consciente de lo que estaba ocurriendo.
Bofetadas, patadas, gritos, empujones contra las paredes, puñetazos y otra vez gritos de voz pastosa que no se entendían. Hasta que paró.
Estaba sudando por el ejercicio, tenía kilos de más y cuidados de menos. Sudaba como una cerda púrpura y cansada. "Coge el puto dinero".
No se muy bien como, apenas veía con las lágrimas que ya eran un rio, pero recogí los cuatro duros de mierda que me habían costado una paliza y me fuí al baño.
No me dolía nada en exceso, estaba como en trance, sangraba por la nariz y me lavé la cara, después me puse más polvos compactos. Por entonces yo apenas me pintaba nada más, no me hacía falta. Repasé mi ropa, limpié la mancha de sangre de la camiseta y dejé un cerco de agua, me sacudí la falda y con la esponja de la ducha le quité el polvo y las rozaduras a mis zapatos.
Cuando salí por la puerta de la casa no me despedí. Paseé durante casi una hora para que el aire se llevase los últimos 50 minutos. No pensaba en nada, no había nada que pensar.
Más tarde, en la semipenumbra de la discoteca , comenzaron a aparecer los morados en mis piernas y brazos pero nadie se dio cuenta excepto yo, que derrumbada en el baño de las chicas, intentaba reprimir el llanto histérico y la situación vergonzante.
No pasa nada. Nunca pasa nada. Estoy bien.
Estaba en 3º y había quedado con las niñas del cole, con mis cuatro amigas de ese año en el que por fin me había hecho un hueco, ya sabes como son las cosas en los colegios privados. Que repijas eran... esos centros del Opus es lo que tienen... al menos no llevábamos uniforme, aunque eso hoy en día ya no me disguste tanto.
Bueno, que me voy del tema, pues eso, que había quedado con ellas, venían al barrio porque íbamos a ir a la discoteca Fly, que no es que fuera el sitio más cool del mes, pero era una discoteca, había música, bebidas y chicos. Teníamos 16 años escasos. No podíamos pedir más.
Ya vestida y preparada para salir le pedí "la paga".
En aquel entonces ella ya se gastaba todo el dinero de la compra en jugar a las tragaperras. Ese sábado, en la mañana, había salido con el monedero lleno y había vuelto con el pan y una bolsa con unas latas de atún y media docena de huevos. El monedero vacío, claro.
Asi que se enfureció y, sin levantarse del sillón, comenzó a chillarme. "¿Que dinero quieres que te de?, ¿es que te mereces que te de algo?. ¡Guarra!, ¡a ver si aprendes a limpiar tu habitación en lugar de salir, que eso es lo que te gusta a ti!". ¡Estoy harta!, ¡un día cojo la puerta y me voy!, ¡me teneis hasta los cojones!. ¿Que quieres?, ¿dinero?, ¡mierda tenía que darte!".
Yo aguantaba el chaparrón aunque la verdad, estaba a punto de flaquear y alguna lágrima ya me rodaba por la cara, pero bueno, intentaba no venirme abajo del todo permaneciendo allí de pie, bajo el marco de la puerta del comedor.
Ella se incorporó y sacó el monedero del cajón bajo la tele. Lo que necesitaba era una miseria, de verdad, ¿que podían ser?, ¿500, 600 pesetas?. Pero eso debía ser prácticamente todo lo que le quedaba asi que, roja de ira y con una mala hostia que hacía temblar el edificio, me tiró el dinero al suelo.
"¡Toma!, ¡cógelo!, ¡ahí tienes tu dinero, que te aproveche!. ¡Un día me voy!, ¡vaya si me voy!, ¡a mi no me conoceis, no!".
Y yo, de rodillas, empecé a recoger las monedas desperdigadas por todo el salón, debajo de los sillones, alguna que rodó por el pasillito... Pero mientras lo hacía, mi madre, que ya no era mi madre, que hacía veinte minutos que había desaparecido para dejar paso a la bruja del cuento, la mala de la película, la demente, la perturbada, la gran hija de puta..., me cogió del pelo y me tiró contra el mueble de la habitación. Y como me habia cogido desprevenida me golpeé en la cabeza y me quedé algo atontada. Y ella, llena de maldiciones, vino hasta mi y me dió una patada en el brazo y se agachó y cogió de nuevo mi pelo tirando hacia arriba para erguirme hasta que me arrancó un mechón. Y me golpeaba sin parar con las manos, con los pies, empujando con todo su cuerpo que era el doble que el mio.
Yo gritaba "por favor mamá, para" pero daba igual, ya estaba sorda y ciega, ya no percibía estímulos externos, podría haberse incenciado la casa y hubiéramos ardido las dos en su infierno, con toda la calderilla causante del desastre perdida y carbonizada para siempre, sin que ella fuese consciente de lo que estaba ocurriendo.
Bofetadas, patadas, gritos, empujones contra las paredes, puñetazos y otra vez gritos de voz pastosa que no se entendían. Hasta que paró.
Estaba sudando por el ejercicio, tenía kilos de más y cuidados de menos. Sudaba como una cerda púrpura y cansada. "Coge el puto dinero".
No se muy bien como, apenas veía con las lágrimas que ya eran un rio, pero recogí los cuatro duros de mierda que me habían costado una paliza y me fuí al baño.
No me dolía nada en exceso, estaba como en trance, sangraba por la nariz y me lavé la cara, después me puse más polvos compactos. Por entonces yo apenas me pintaba nada más, no me hacía falta. Repasé mi ropa, limpié la mancha de sangre de la camiseta y dejé un cerco de agua, me sacudí la falda y con la esponja de la ducha le quité el polvo y las rozaduras a mis zapatos.
Cuando salí por la puerta de la casa no me despedí. Paseé durante casi una hora para que el aire se llevase los últimos 50 minutos. No pensaba en nada, no había nada que pensar.
Más tarde, en la semipenumbra de la discoteca , comenzaron a aparecer los morados en mis piernas y brazos pero nadie se dio cuenta excepto yo, que derrumbada en el baño de las chicas, intentaba reprimir el llanto histérico y la situación vergonzante.
No pasa nada. Nunca pasa nada. Estoy bien.
17 comentarios:
Cada vez que leo uno de tus escritos acabo un poco como con pena la verdad que me gusta mucho como describes tus escritos y como sacas de cada detalle un mundo(tu mundo) me gusta mucho este blog volvere besos amigas espero que pases felices fiestas
La verdad, si esto es cierto, lo siento mucho.
A lo mejor eres de las que rechazan estas golpes de empatía tachándolas de "falsas muestras de compasión condescendiente" (o similar), no sé, pero qué quieres que te diga...una cosa es la ficción y otra cosa lo que creo que tú estás contando.
En cualquier caso, impecablemente relatado. Me quitaría el sombrero, si lo llevase, ante tu manera de escribir.
me cuesta leerte sin saber si es ficción o realidad lo que cuentas, en todo caso duele, eso sí
abrazo que alivie el dolor
:-)
amor
Duro, muy duro... Besos de pantera.
Siempre pasa algo.
Se quiebra un latido.
Se pierde un sueño.
Los que tenemos la espalda llena de marcas de cinturón ppodemos asegurar que sí ha pasado algo, que nos han quitado.
Besos
vaya, me ha impresionado, tan real como la vida misma. Hay personas que cuando tienen un problema le amargan la vida a su familia, hasta tal punto que esto que parece tan increible pasa incluso en las mejores familias, por desgracia a veces he pasado situaciones en las que despues, cuando todo ha pasado una no sabe si reir o llorar, si taparse los moratones del corazón que son los que mas duelen y seguir como si no pasara nada, si lo que ha pasado es real o ha sido producto de un enfado tonto pero luego cuando llegaba a casa y veia el ambiente amargo, volvia a ver la realidad de nuevo y era tan sumamente triste que hacian esos dias una pesadilla.
Ya paso todo, menos mal.
Saludos 'Pain' me gusta tu forma de contar las cosas, es un blog muy interesante.
El dlor cuando fue intenso nunca se olvida
uffff, que boca...
jope!
Buff, éste también es impresionante. Durito. Lo más curioso es que mi madre de verdad, siendo en realidad muy buena madre, decía esas frases que has puesto aquí: "un día cojo la puerta y no me volvéis a ver", etc... lo cual demuestra, supongo, el exceso de dramatismo de mi progenitora.
sr.x, he pasado unos dias dignos, que no es poco tratándose de la navidad... Gracias por tus buenos deseos ;)
t.ford, no, no soy de las que rechaza nada, todo es útil para curarse... incluso contar verdades como esta.
Gracias por tus palabras, de corazón.
amor, decían por algún sitio que las verdades duelen, quizás por esto esas palabras mías hayan llegado a escocer. Gracias por los buenos deseos.
panterablanca, gracias por acechar ;)
elsantojob, ¿y si nos hubieran dado más de lo que nos han quitado?... aunque sea malo...
florci, me ha gustado lo que has dicho; "pasa hasta en las mejores familias"... es increible como se mezclan lo mejor y lo peor ¿verdad?. Gracias a ti por leerme.
frutaprohibida, nada que añadir, tus palabras son un mandamiento.
otra vez viajar al olvido...hmm, que boca, si...
maligno; feliz año nuevo :)
la navaja en el ojo, quizás sean palabras tan comunes que han perdido fuerza y realidad al repetirse. Yo creo que eran como jingles de la tele, lugares comunes, palabras usadas y reusadas hasta la extenuación y que estaban tan descoloridas que ya no significaban nada....
Feliz año a ti wapetona!
;)
Céntrate en tu vida en la gente que te quiere y olvida a las demás, no valen la pena.
Un beso
¡Joder!todo se encaja como en el boxeo,lo malo son las marcas y ademas cicatrizan pero que cojones "nunca se curan",te envió al dios de la vida "la sombra de cada uno".
Un beso.
Pain, no hay de qué. Sólo le digo una cosa: No sé en que andará ocupada, pero no me importa: Escriba. Haga lo que tenga que hacer para lograrlo, pero escriba.
No puede ser que este blog quede abortado tan pronto.
Hola de nuevo, te digo lo de t.ford, escribi niña escribe pq eres magistral
aunque duela mucho lo q leo
Tu si que vales bonita
muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Vivi algo similar a ti, pero con mi padre,,,
No estas sola en el mundo...
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